Frente a todo déspota
Alicia
En octubre del año pasado, durante los días del paro, hubo mucho ruido en la ciudad. En el país, pero hablo de la ciudad en la que vivo: Quito. Hicimos mucho ruido en las calles, en las plazas, en parques. El Gobierno hizo también mucho ruido. Pero los ruidos no son iguales…
Daniela
Hay una parte de la existencia que hace que seamos capaces de apostar aún, contra todo pronóstico y contra toda evidencia (el horror político, la masacre ambiental, la amenaza de la enfermedad) a la vida como acontecimiento dichoso, a la vida como discurrir y como emergencia a cuya altura todavía vale la pena estar
Gabriela
En su novela Las solidaridades misteriosas, Pascal Quignard, desarrolla un entramado narrativo en cuyo centro está la experiencia de la desolación: una mujer –Claire- que se arroja a su interioridad con la furia de quien busca alguna restitución posible para sobrevivir. Se va generando, entonces, un tejido que se urde sutil para sostener su deriva, su insostenible afectación, su terrible orfandad.
Bertha
Volver a las mismas calles en donde te fue arrebatada una de tus partes fundamentales: un órgano; uno preciso, un ojo, núcleo que nos dijeron/descubrimos sirve para registrar imágenes que son las que hacen nuestro mundo y, al mismo tiempo, abren puertas a otros nuevos, empujan a la imaginación y nos vuelcan a la creación de otras imágenes inusitadas…
María Auxiliadora
Desde octubre del año pasado hasta el sol de hoy, vivir en Ecuador ha significado, para muches de nosotres, la cercanía al horror, mirarle a la cara o padecerlo en el cuerpo. Como si se tratara de un único soplo de largo aliento, tanático y destructor, hemos sido los testigos “privilegiados” de los trabajos de la muerte.