Soy hija de la migración. Y desde este rincón del mundo escribo. Sobre mi cabeza el grueso forro de espuma que Madre pegó sobre las planchas de eternit evita que entre el frío en la buhardilla. Pienso que mi casa es una pequeña fotografía de la composición geográfica del mundo. No solo hay lugares mejor adecuados que otros, sino que a nosotras en tanto cuerpos abyectos para la mirada patriarcal que ordena el mundo-casa, se nos ha relegado el cuarto de paredes grises, que filtra viento, agua y la ceniza que de vez en cuando trae el viento desde la boca del amazónico volcán Sangay. Este casi cuarto está fuera de los planos originales, por eso es todo menos una habitación convencional. Así y todo, procuramos adornar cada espacio con los objetos de la belleza y altares improvisados con elementos naturales. En esto, que como he dicho no es un cuarto propio, vivimos mi hermana y yo, en la parte ilegal de la casa migrante.
Así comienza Liz Zhingri una reflexión acerca de “Mujeres, migraciones, memorias”. Liz es una mujer luminosa, luchadora, sensible, activista. Liz es una mujer feminista. Una mujer que se proyecta en la esfera personal, académica, social, profesional desde la conciencia de serlo. Ese es su lugar de enunciación. Más importante, es el lugar de sus afectos, de la solidaridad, del cuidado mutuo. Es también el lugar desde donde Liz interpela con toda la fuerza de su aguerrido y lúcido pensamiento al orden patriarcal, facho, racista y misógino. Ese es el lugar en donde todas nos encontramos y la abrazamos. Decimos: ¡no a la violencia! ¡No al acoso! Decimos: ¡No es posible que los muros de nuestras ciudades sean soporte de carteles agresores, amenazantes, cargados de violencia misógina! Estamos contigo Liz, gracias por tu generosa presencia en la lucha por la defensa de la vida. Te decimos: no estás sola, hermosa y queridísima Liz. Tus hermanas Sycorax.
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Mónica Ojeda, Cristina Rivera Garza y lxs estudiantes del programa de Escritura Creativa en español de la Universidad de Houston fueron el blanco de un virulento ataque durante una sesión de zoom dictada en el contexto de las Workshop Series Spring 2021, el 8 de marzo pasado, Día de la Mujer. Estas son las palabras con las que Mónica relató el evento en su cuenta de Twitter:
No sé ni cómo empezar a contar esto, pero me parece importante decirlo. Ayer, en un zoom con @criveragarza y sus estudiantes, varias personas se metieron a la reunión y nos impusieron fotos de mujeres brutalmente asesinadas. Lo cuento así, con todas las letras, porque es una forma de vencer el miedo. El miedo que sentí al ver esas imágenes, que nos las obligaran a ver, en un 8M. No se trató de un simple boicot. Ojalá hubiera sido solo eso. Fue una agrasión. Una amenaza. Y sí, sentí miedo ayer, temblé, tuve un ataque de ansiedad, pero hoy sé que más que nunca hay que seguir luchando. Hay que resistir a partir de los afectos, como dice @criveragarza. Y seguiremos aquí haciendo nuestro trabajo. Porque la escritura literaria es lo opuesto a lo que nos hicieron ayer. Es el ejercicio de la empatía, de la búsqueda desesperada por entendernos.
Querida Mónica, que el miedo que sentiste ante esa agresión infame se disipe en la certeza de que existe una red de afectos y de cuidado que lxs sostiene por encima de la degradación de la que anónimos sin dignidad quisieron hacerlxs víctimas. Nada hay más fuerte que la voluntad de ejercer el derecho a la resistencia, en tu caso a través de la palabra. Estos hechos que pretenden silenciarte, silenciarnos, no hacen sino confirmar la imperiosa necesidad de seguir escribiendo y produciendo pensamiento, de seguir conversando y organizándonos hasta que el patriarcado caiga. Y va a caer. Nadie debería padecer ese miedo que ahora sentiste y que ha sido el de tantas mujeres violentadas en nuestros países; seguimos de pie, sin embargo, somos más fuertes. Estamos contigo, como con Cristina y sus estudiantes.
Alicia, Daniela, Gabriela, Bertha y María Auxiliadora