(Quito, 1991)
Proyectomultimedia Runa Llakta
Runa Llakta es un proceso que nace en colaboración con el colectivo Kichwa Hatari del Bronx, a finales del 2017. Empezó mientras Vanessa desarrollaba la experiencia de una residencia “Engaging Artist”, de More Art. Las fotos que hacen parte del proyecto nos impactan en más de un sentido. Resaltan en ellas cuerpos de migrantes indígenas, de diferentes comunidades del Ecuador (Saraguros, Otavalos, Cañaris), que residen en Nueva York, Nueva Jersey y Massachusetts: en donde los itinerarios de la migrancia los condujo y donde muchos de ellos han nacido y crecido en las rutas de la segunda generación. En el camino de acercamientos y mutuos aprendizajes, Vanessa fue requerida para fotografiar y documentar los procesos de celebración de los Raymis, como experiencia de encuentro y festividad por quienes viven y hacen comunidad en la diáspora.
Lo que nos conmueve de las imágenes es la manera cómo los cuerpos retratados se posicionan. Cuerpos que, cubiertos con sus trajes típicos, o en la escenificación de personajes espirituales como los wikis, ajas, el taita carnaval, explícitamente muestran las marcas de lo que conservan como algo propio allí en medio de la experiencia migrante. Lo que llama poderosamente nuestra atención es la majestuosa centralidad y poderosa verticalidad de esos cuerpos que en su puro estar ocupan un espacio, en principio, ajeno y extraño. Lo ocupan de manera absoluta, festiva, luminosa, lúdica. Es el gesto de apropiación de un espacio ajeno el que nos impacta, porque la imagen provoca un delicado, pero contundente, contraste entre esos cuerpos y el entorno. Uno que, por las señas de su arquitectura y construcciones urbanas, la lengua de los letreros, las características de los árboles, los reflejos de sus luces, la presencia de la nieve, la distribución de los edificios y casas, habla de una clara extranjeridad respecto a los cuerpos que lo están ocupando en ese preciso momento. Y es justamente en la manera cómo esos cuerpos se paran, se mueven y trazan el espacio, lo usan y toman posesión, lo que provoca que ese espacio se convierta en algo diferente. Un paisaje otro. Esos cuerpos están allí seguros de sí mismos, elevados, sosteniendo la mirada, en movimiento, o solamente dejándose apenas entrever a través de los materiales de construcción que los enmarca. Así, ese paisaje en su conjunto deviene marco de unos cuerpos migrantes que con su solo estar lo potencian. En la fuerza de ese estar, de ese acto de mostración, particular expresión cobra la materialidad de lo que cubre, adorna, envuelve, distingue a esos cuerpos: colores, texturas, rugosidades, máscaras, sombreros, ponchos, cintas, instrumentos musicales y muñecos, vestimentas híbridas. Lo que nos deslumbra es la fuerza de ese saber estar. De todo ese aglomerado que en conjunto constituye la enunciación de un “estoy/estamos aquí”. La fuerza explosiva de ese acto revela las formas siempre creativas, distintas y diversas que se combinan al momento de reinventar el sentido de la residencia-en-viaje, de una “identidad-runa” fuera del país. Y es al estallido de esa fuerza afirmativa y diaspórica que Vanessa atiende con cuidada empatía y portentosa sensibilidad.
Alicia Ortega Caicedo