De la diferencia entre lo temporal y lo eterno: Re-escribir y repensar la historia desde la transcripción-montaje-ensamblaje

Bertha Díaz
Universidad de Cuenca

Género: Libro-objeto

Autora: Verónica Lahitte  

Título: De la diferencia entre lo temporal y lo eterno

Fecha de publicación: enero de 2019

Editorial: Organon 2. Verlag für Handbücher. Colección: Transcripciones

País de origen: Alemania

Este es un texto sobre un libro. Pero uno que tiene una serie de particularidades en forma y contenido. Un libro que es –a la vez– dispositivo contra-hegemónico, ya que permite fisurar la Historia (así, con H mayúscula) y provoca que otras lecturas sobre la construcción precisa de un Estado-nación (el del territorio que se erige como la actual Argentina, en este caso) surjan. Cabe puntualizar que sus rasgos formales permiten que el mismo no se circunscriba a abrir interrogantes sobre el modo de construcción del relato de la constitución de dicho país, sino que el mecanismo sobre el que se sustenta y a su vez se abre con este libro, se articula como un método traspolable para volver visibles las arbitrariedades latentes en la configuración de los relatos oficiales que nos atraviesan en otros contextos.

El libro va repartiendo cuidadosamente el deseo que está en su base, que es (me atrevo a inferir) el de re-pensar micropolíticamente las subjetividades dominantes que nos han vertebrado. Mientras se van abriendo sus contenidos, va revelando su aliento relativo a friccionar dichos marcos. Un libro que actúa como gesto decolonial, emancipador: nos saca, en tanto lectores, por fuera de los discursos de colonización que han intentado inocularse en nuestro cuerpo colectivo… Un reservorio de archivos conjugados de modos insólitos desde unas licencias plástico-ético-poéticas. El ensamble generado inevitablemente se pone de cara al capricho con la que se han constituido los grandes relatos incrustados en la memoria de nuestros territorios. Así, con los permisos compositivos que se da la autora para concebir este libro, es posible generar procesos de desmontaje.

Como punto de partida de este trabajo está la relación que la autora establece con el primer libro publicado en el que hoy se considera territorio argentino y cuyo título usurpa para su propio libro. Mantener el título, en el contexto de su re-ensamblaje permite revelar todas las capas simbólicas que se pueden desplegar de una lectura exhaustiva de ese texto de partida.  La obra a la que hace referencia fue escrita por el padre E. Nieremberg, de la Compañía de Jesús. Data de 1705. Como explica la misma Verónica en una suerte de capítulo inicial de su trabajo: “(…) contiene  472 páginas, 43 láminas y numerosas viñetas intercaladas en el texto, grabadas a buril en cobre” (16). Y añade: “el texto está traducido al guaraní, una lengua que no es la que va a constituirse como lengua oficial de la Nación Argentina. Para conformar la Nación fue necesario hablarle a los pueblos originarios en su lengua desde una lógica ajena a la cosmovisión que esa misma lengua encarnaba” (16).

Evidentemente, lo que la hace la artífice de este libro-objeto es posar su atención en el texto de Nieremberg porque claramente el mismo pone en evidencia el vínculo entre el proyecto religioso y el colonizador. Todo esto para desentrañar, parafraseándola, la manera en que un libro religioso se “solidariza” con un proyecto de constitución nacional. Evidentemente, la perversidad de estos lazos descritos se vuelve una obsesión a develar por parte de la autora. Para generar su ejercicio crítico, entonces, no solo toma el texto y lo derrama por las páginas, en una suerte de jalón al presente de tal obra para sentir la fuerza de su resonancia. Sino que, además, se vale de otros elementos fundamentales, de diversas épocas y fuentes, para empezar a generar un entramado que va a tributar a lo recientemente referido.

Los elementos constitutivos que hacen la urdimbre que conforma el libro son de enorme potencia por separado. Pero la relación entre ellos es la que de verdad provoca que se afine la agudeza de quien lee el libro y vaya detectando la fuerza de desnudamiento de la realidad que esto genera. Para dar algunas pistas, el libro transcrito se entrelaza con, por ejemplo, imágenes de mapas. Entre otras, se hace alusión al primer mapa de Buenos Aires, de 1852, y se puntualiza que hasta la década de 1880 dichos mapas fueron producidos por europeos (otro guiño de la estrategia colonizante). También forman parte de estos archivos que se combinan, el cuestionario relativo al segundo censo de Argentina, de 1895. Las preguntas muestran la intención  de simplificación y categorización de la complejidad y diversidad del mundo, en palabras de la misma autora. Asimismo, se incluyen los ecos de las acciones de los higienistas alrededor de 1875, en el mismo territorio.

Todo ello está atravesado visualmente con frases en guaraní, que nos lanzan a la belleza sonora de una lengua que sufrió los embates de la colonialidad, como en párrafos anteriores se menciona. Pero vistas tales frases en letras de mayor tamaño que el resto del texto, ocupando así un espacio visual preponderante en el libro y contando con la traducción de dichos fragmentos de modo marginal en la página, pareciese como si el cuerpo de los pueblos originarios estuviese ahí pero solo en su piel, puesto que lo que enuncia da cuenta del vaciamiento de sus órganos. Eso me hace pensar –en tanto lectora– en las implicaciones de articular una estrategia de ingreso por la lengua para ir hacia el aparato sensible y, con ello, erosionar los cuerpos desde su interior, en todas sus dimensiones, que el libro visibiliza con sutileza y contundencia.

Asimismo, se entrelazan en estas páginas las voces de –entre otros– el argentino Néstor Perlongher, escritor y militante gay; del filósofo y pensador de los estudios poscoloniales, Achile Mbembe, de Camerún; o de la investigadora también argentina Carla Mariana Lois, especialista en teoría y epistemología de la cartografía. En su conjunto, el engranaje me lleva a encontrar una intención en este libro no solo de re-generar la memoria, sino de hacer esto para reescribir el presente que transitamos, mientras nos son prestados unos ojos nuevos capaces de ver la multidimensionalidad de nuestro horror, al tiempo que nuestas posibilidades de su subversión y de su reconfiguración. Por eso, las diferencias de temporalidades entre las fuentes y autores, se disuelven o se dejan en segundo plano porque lo único que importa es cómo tributan al aquí y ahora, no solo en el territorio argentino, sino en el mundo.

Más allá de los contenidos, quiero volver a otra cosa que se hace visible del libro (de preciosa edición y la mitad primera dispuesto en español y la segunda en una versión en alemán), que es algo de la formación y del oficio inicial de Verónica Lahitte en las artes plásticas, que dotan de una morfología singular a su escritura. Ella se relaciona con los diversos elementos del libro desde su condición material. La autora fisura, rompe, pega partes disímiles, altera el campo visual del lector con notas al pie, cambia de tipografías, genera movimientos de la perspectiva horizontal de los enunciados, a una veritcal (un exhaustivo trabajo que revela también la resonancia íntima con quien diseñó el libro). Asimismo, hay pasajes entre lenguas, registros, lenguajes… Con ello, va generando profanaciones una y otra vez que es desde donde se despierta la riqueza de su modo de pensamiento. José Antonio Sánchez justo se refiere a las relaciones entre la práctica artística y la profanación en uno de sus textos, que me permito traer a esta lectura:

La práctica artística participa en la profanación alterando momentáneamente las condiciones de enunciación, haciendo visible lo escondido, cometiendo actos de sabotaje selectivos, usurpando formatos, parasitando contextos, reorganizando hasta el absurdo los elementos, invirtiendo el sentido de las líneas o los giros, deteniendo temporalmente el funcionamiento del mecanismo […].

Además de lo dicho, para finalizar me atrevo a acotar que este libro puede ser abordado como un guion teatral (hay una potente virtualidad escénica que se abre mientras uno lo lee), a la vez que como un libro-objeto: un collage de imágenes-palabras-lenguas-temporalidades. Y es, también, un texto que por su formato-diseño-puesta en página, como mencionaba anteriormente, interroga qué es escribir-provocar pensamiento. Los actos de transcripción-montaje son los que se instituyen como modo escriturario y así permiten deducir que la llegada a la escritura puede generarse –entre otras maneras– desde el reordenamiento de materialidades que ocupan espacios físicos y simbólicos. Desde la reconfiguración de piezas que al agenciarse de modos disímiles entre sí, pueden abrir sentidos nuevos, es que la escritura de Verónica Lahitte toma no solo lugar plástico sino también (micro) político.  

Bibliografía

– Lahitte, Verónica. De la diferencia entre lo temporal y lo eterno. Stutggart: Organon 2. Verlag für Handbücher.
– Sánchez, José Antonio. Dispositivos poéticos I. Disponible en línea en: https://parataxis20.wordpress.com/2016/03/21/dispositivos-poeticos-i/ (última visita el 15 de mayo de 2019).

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