Espacio Violenta: una grieta al sur de Guayaquil

Por Andrea Alejandro Freire 
Artista, activista independiente 

Género: Exposición  

Título de la obra (proyecto reseñado): Espacio Violenta 

Fecha o período que abarca: julio 2017- noviembre 2018 

Ciudad/País de Origen: Guayaquil, Ecuador 

Dirección: Villavicencio 609 entre Gómez Rendón y Maldonado

Guayaquil no es estática e invariable, está moviéndose en la tensión entre las políticas municipales que están en constante “cacería” de toda expresión artística/urbanística/cultural/filosófica que no encaje en sus parámetros de “moral y buen comportamiento cívico que enaltezca la ciudad” y las apuestas políticas de sus habitantes que la transgreden. Es allí donde confluyen la multiplicidad de paisajes que componen la ciudad. El espacio Violenta, galería de arte emergente, es uno de los paisajes que complejizan el relieve artístico/cultural/político de Guayaquil. 

Violenta irrumpió furiosamente en un momento crítico para la ciudad: galerías que funcionaban como espacios de exhibición y promoción estaban cerrando, los museos o caían a pedazos, como el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo, o no estaban interesados en exhibir trabajos de artistas emergentes. Frente a este panorama, los Chivox[1] deciden tornar su taller en un espacio cultural/expositivo que no busca emular la estética formal y restrictiva de los museos o galerías ya existentes en la ciudad, sino que potencia su emplazamiento periférico como un lugar donde el encuentro con los trabajos artísticos responde a dinámicas sensibles y disidentes. Dentro de un populoso barrio al sur de la ciudad, Villavicencio 609 entre Maldonado y Gómez Rendón, emerge este espacio excéntrico que expande el mapa cultural de la ciudad y se ubica en la periferia no solo territorialmente, sino también en sus intenciones y prácticas.

El deseo de Chivox siempre ha sido tomarse por asalto la ciudad, hacer de la urbe el escenario donde inscriben sus propuestas artísticas, alterar el ecosistema de sus habitantes y bajo estas premisas sostienen “Violenta” de manera autogestionada. 

La puerta principal es una puerta enrollable gris precedida de unas rejas negras, su fachada puede variar según cada muestra. Por ejemplo, en Castillo Hobo de Juan Carlos Vargas, la pared exterior estaba recubierta con afiches de películas que Vargas había recolectado en su deambular por la ciudad.  Al cruzar la puerta, están las paredes que se dejan afectar por las muestras que habitan el espacio: a veces perforadas por grandes tornillos para sostener esculturas, como en el caso de Un vacío en forma de otro, muestra de Pablo Andino; otras veces el suelo de concreto está intervenido por un brochazo de pintura que se escapa del lienzo como ocurrió en una de las obras pertenecientes a la muestra colectiva Violenta: Primer Aniversario. Al adentrarnos en el espacio vamos a encontrar dos enseres de gran tamaño, una refrigeradora y un aparador de madera antiguos, que permanecen muestra tras muestra en el lugar pero que siempre son resignificados/desplazados/intervenidos. El aparador de madera es usado en sus diferentes posibilidades como soporte para las obras. En la refrigeradora se guardan las cervezas que se venden durante las inauguraciones como una de las múltiples formas de financiamiento que han diseñado. Al final de la sala hay una escalera empinada que conduce a un altillo de madera donde se encuentran exhibidas permanentemente obras en venta. 

Cuando el espacio abrió sus puertas con Material Gris, una muestra de bocetos de 63 artistas ecuatorianxs o residentes de distintas generaciones como Solá Franco, Romina Muñoz, Saskya Fun Sang, nos dejaba saber que se trataba de un lugar que se disponía a la experimentación, a los primeros trazos, al ensayo, al error, al riesgo, al juego en serio. Cada artista que expone en el espacio puede intervenir la arquitectura/infraestructura de acuerdo a sus necesidades específicas de montaje, eso hace de Violenta un territorio en continuo tránsito y reconfiguración. 

Para su primer aniversario, el 26 de julio del presente año, el espacio montó una exposición colectiva donde intervinieron sus cuatro gestores: David Orbea, Leo Moyano, Tayron Luna, Juanca Vargas junto a Leandro Pesantes, Brenda Vega y Luis Chenche. Esta exposición da cuenta del carácter violento e irruptor del espacio combinando diferentes técnicas y miradas sobre la ciudad y los cuerpos que la habitan como Flurf de Juan Carlos Vargas cuyo material constitutivo es la pelusa recolectada de un ombligo después de 80 días laborales o 29 de enero de 1942 de Leonardo Moyano que se escapa de la lona para pintar el espacio mismo de la galería dejando una brocha a nuestros pies; Clean Up (Sandeces de Muralla) coloca a Juan Pueblo de neón, icono del guayaquileñismo institucional y cívico, quitando los rayones que atentan contra la estética inmaculada que se impone en las paredes guayacas. 

Cada muestra que ha estado en la galería ha ido agrietando más esa escisión que el espacio generó con su surgimiento: La hormiga bajo la almohada y Ciencia Fricción junto con la más reciente muestra del espacio Un vacío en forma de otro son tres exposiciones que particularmente ensancharon la potencia lúdica/cartográfica de Violenta. La hormiga bajo la almohada es una muestra colectiva de Daya Ortiz, Irina Liliana, Lisbeth Carvajal Vera y Ruth Cruz que nace a partir de sus preguntas sobre la inefabilidad de los estados oníricos y sus aproximaciones a una posible traslación de materialidades a través del dibujo. En esta muestra casi todos los trabajos artísticos eran de pequeño formato y colocados a diferentes distancias/niveles/soportes lo que provocaba un acercamiento mayor a la obra. Esos dibujos convocaban a la cercanía, a internarse en los escenarios oníricos/lúdicos que construyeron las artistas a partir de sus indagaciones sobre la vigilia y el sueño. 

Ciencia Fricción es una muestra de videoarte realizada por Alex Martínez, quien indaga en el constante formateo y reconfiguración de lo audiovisual; una de sus obras pone en manifiesto su búsqueda por desestabilizar el status quo: una proyección en una cámara experimental que se consumía con el uso y que terminó autodestruyéndose. 

Un vacío en forma de otro es una muestra escultórica de Pablo Andino, quién indaga sobre el vacío que dibujan los objetos contenedores asociados con lo femenino, la abstracción escultórica, las tecnologías industriales de fabricación y circulación de productos y un enfoque feminista sobre las tecnologías contenedoras. 

¿Por qué escoger justamente estas tres muestras para dar cuenta de Violenta? Por sus naturalezas tan disímiles y por los pliegues que han dibujado o desdibujado en el espacio, en La Hormiga bajo la almohada se exponía la fragilidad de la obra: pequeños dibujos sin enmarcar atravesados por tornillos, o apoyados sobre un aparador o una repisa. En Ciencia Fricción estamos frente a lo efímero/volátil que se materializa en esa cámara que se prende en llamas y se consume ante nuestros ojos deviniendo cenizas que se esparcen por el espacio diseñando una nueva museografía. La obra no desapareció, se difuminó por todo el espacio. Las esculturas de Un vacío en forma de otro son cóncavas, ahuecadas, agrietadas, de materiales diferentes, son contenedores vacíos por los que se filtra el aire, la mirada, la luz, las sombras de las otras esculturas; igual a la arquitectura del espacio que tiene forma de un contenedor dilatado/rasgado. 

Rasgar/agrietar/expandir/difuminar desde el sur los modos de gestionar la exhibición de trabajos artísticos, es lo que logra este espacio. Violenta resiste haciendo, resiste jugando con los límites, los propios y los de la ciudad en la que se enmarca. 


Notas

[1] Chivox es un colectivo de arte surgido en el 2014 y actualmente conformado por Leonardo Moyano (1991), Juan Carlos Vargas (1992), Tyrone Luna (1976) y David Orbea (1986) quienes se formaron en el Instituto de Artes del Ecuador, ITAE y finalizaron sus estudios superiores en la Universidad de las Artes.

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